Había sido un difícil primer encuentro con el Circulo de la Luna Escarlata, pero por el momento se sentían seguros. Pronto llegaron algunos aliados del pasado que también estaban investigando los sucesos extraños que acontecían en el valle. Entre ellos un prometedor infiltrador de los Harper que había sido enviado de nuevo a la región después de que su último miembro activo en la región, la hermana Garael, desapareciera sin dejar rastro. Últimamente sus comportamientos habían sido erráticos si no es que delirantes, pero después de los últimos reportes era obvio que algo estaba pasando. Los aventureros hablaron sobre las experiencias que habían tenido pero dejando de lado las bajas causadas, su información era escasa por lo que se procedió a intentar un riesgoso plan, infiltrarse en el culto de la Luna Escarlata y averiguar qué es lo que realmente está sucediendo.
A partir de descripciones, maquillaje y un poco de improvisación el bardo miembro de los Harper logro realizar un bastante creíble disfraz de Druida similar a los utilizados por el Círculo, su facilidad para las palabras y habilidad con la lengua le hicieron darse cuenta de terribles verdades. Todo aquello era un truco para atraer druidas y engrosar las filas de su culto dedicado al fuego, aquellos que no fueran aprobados serían utilizados como sacrificio, que los daños ocasionados por un grupo de aventureros las cosas tendrían que acelerarse enviando parte de sus fuerzas a encontrar los materiales adecuados para terminar un ritual antes de luna llena, que existen cuatro cultos elementales donde ellos han sido los últimos en llegar y que su líder es mujer. Probablemente pudiera obtener más información pero simplemente se estaba exponiendo demasiado, aun así logro coordinar un ataque para asaltar la torre donde se encontraba el autor de lo que había sucedido en el lugar.
La puerta inferior de la torre estaba bloqueada y caliente al tacto por lo cual escalaron los andamios que prendieron en llamas durante los combates, una vez dentro de la torre se encontraron con más guardias y una especie de enano de fuego que termino derribando a uno de los aventureros atravesó de un agujero para caer 15 pies en una pila de escombros ardientes a causa de un numeroso grupo de magmins que rápidamente le rodeo para incinerarlo. Por suerte sus compañeros lograron sacarlo de aquel agujero aunque no sin antes recibir serias quemaduras. Los andamios habían terminado por incendiarse y ser consumidos por las llamas por lo cual su vía de escape había sido perdida, a menos que quisieran caer cercas de treinta pies a una pila de escombros en llamas.
Sin meditarlo y a mitad de territorio enemigo decidieron descansar, pero sus acciones les habían delatado y se les preparaba una emboscada, si subían o los encontraban distraídos un grupo de tres Clérigo Llama Eterna sin disfraz de druida les atacaría con todo lo que tenían. En silencio bajaron las escaleras de la torre esperando sorprenderles y aun que habían tomado desprevenidos a la mayoría, uno de ellos rápidamente se dio cuenta del peligro y lanzo un hechizo de silencio antes de que todos fueran incinerados por bolas de fuego. El silencio no les había permitido lanzar los componentes verbales de sus hechizos. Los clérigos reconocieron el hechizo de silencio y trataron de ponerse fuera de rango, pero cada vez parecía que el silencio les siguiera por lo que subieron a donde su señor les estaba esperando, el druida Elizar Dryflagon.
Elizar se encontraba en el penúltimo piso de la torre esperando información de lo que sucedía, en cuanto llegaron sus hombres protegió el lugar invocando un jardín de espinas esperando que eso retrasara a los aventureros y realizar su escape. Fieles a sus órdenes los clérigos se lanzaron contra los aventureros aun sin contar con su magia mientras que de su pipa Elizar invocaba Mephits de humo que sirvieran de carnada. Una vez en el piso de arriba uso sus poderes para dominar a uno de los murciélagos gigantes que se encontraban en el ático y escapar. Los aventureros quizás habían frustrado los planes del Ritual del Gigante de Mimbre, pero su autor seguía libre.
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